El VIH: Un intruso sigiloso que debilita el sistema inmunológico

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Desde mediados del siglo XX, la epidemia del VIH-SIDA infundió temor en la sociedad. Fueron las múltiples muertes, junto a la marcada desinformación lo que hizo que hoy en día existiera una ignorancia colectiva y una multiplicidad de estigmas sociales alrededor de esta entidad. No fue sino hasta finales del siglo pasado que surgieron los llamados antirretrovirales, los medicamentos que cambiarían de forma determinante la historia natural de esta enfermedad. 

 

Pero ¿Qué es el VIH? 

 

El VIH es un virus que surge a partir de un virus preexistente en chimpancés. Se estima que el paso de la infección a la especie humana pudo haber ocurrido en algún punto del siglo XIX dentro del continente africano. El VIH es un virus dentro del grupo de los virus “RNA”, y sus siglas corresponden a “Virus de la Inmunodeficiencia Humana”. 

 

Teniendo en cuenta sus orígenes, la prevalencia de este virus es inferior en los países occidentales, estimándose en un 0.5% en su población general, predominando en el sexo masculino. 

 

Es posible caer en la “trampa” de subestimar la prevalencia de esta epidemia, sin embargo, no hay nada más lejano a la realidad. Algo para tener en cuenta, es que hasta un tercio de los pacientes a nivel mundial desconoce su estado serológico (es decir, no saben que están infectados). Lo anterior, conlleva a un retraso diagnóstico, lo cual repercute en el paciente, pero también a nivel social. A mayor progresión de la enfermedad, mayor es la posibilidad de transmisión ante contactos de riesgo, pues dicho de alguna manera, es como si el virus se “acumulara” dentro del organismo. 

 

¿Qué es un contacto de riesgo, o cómo puede transmitirse el virus? 

 

Existen cuatro principales vías de transmisión. La más conocida, por ser la vía de transmisión más común, es la sexual, siendo a nivel mundial la vía sexual heterosexual la forma más frecuente, y variando esta característica entre países. 

 

La segunda forma es mediante sangre (y los componentes sanguíneos o hemoderivados). Esta vía resultó una de las principales vías de transmisión al inicio de la epidemia del VIH-SIDA, sin embargo, dado el conocimiento actual y las técnicas de detección del virus, hoy en día se lleva a cabo un despistaje y una evaluación completa de todas las muestras de sangre recibidas previo a su donación. 

 

El personal de salud está en mayor riesgo de posibles accidentes ocupacionales, ya sea pinchazos con agujas, contacto con secreciones con potencial infeccioso, por lo que, no siendo la principal vía de transmisión, supone una posibilidad de adquisición del virus. Resulta oportuno recalcar que no todas las secreciones de un paciente VIH son infectantes -si no contienen sangre- (ej. orina, heces, vomito, sudor, lagrimas, entre otras). 

 

La otra vía de posible transmisión, siendo esta un problema importante en países menos desarrollados es la maternofetal. Hoy en día existen protocolos para reducir este riesgo de forma considerable (incluso evitarse) con un adecuado tratamiento y vigilancia. Es por esto por lo que a toda mujer embarazada se le debe ofrecer un estudio completo que incluya la detección de anticuerpos para VIH. 

 

¿Qué ocurre cuando el VIH entra a nuestro organismo? 

 

Cuando el VIH entra al cuerpo humano, utiliza una serie de receptores para detectar a una célula en particular: el Linfocito CD4. Una proteína específica de la superficie del virus encaja, con una proteína específica de la superficie del linfocito CD4: algo así como una llave en una cerradura. Lo anterior habilita la unión, fusión de membranas y consecuente invasión del CD4 por el VIH. 

 

Estando en el interior del linfocito CD4, el virus roba la aparatología necesaria para su supervivencia, haciendo el interior del linfocito su “casa” y su “empresa de trabajo”, fomentando su replicación y consecuente invasión de linfocitos CD4 adicionales. 

 

¿Qué le hace el VIH al sistema inmunológico?

 

Tras la infección por el VIH, decimos que el virus toma poder sobre nuestro sistema inmunológico. En el interior de los linfocitos CD4, el virus inicia su replicación, y la continua de forma indefinida, un parámetro medible en sangre mediante la: carga viral. Una carga viral elevada, significa que el virus se encuentra bajo replicación (es decir, no controlado). A medida que aumenta la carga viral, aumenta la destrucción de linfocitos CD4, un parámetro también medible en sangre mediante el: conteo de CD4. Podemos establecer como estos dos parámetros, carga viral y conteo de CD4, poseen una relación inversa:  cuando uno aumenta, el otro disminuye. 

 

Recordemos que los linfocitos podrían catalogarse como una de las células inmunitarias más importantes (por no decir, la más importante). Los linfocitos CD4 son los “jefes” del sistema inmunitario, haciendo de estos un componente esencial para la respuesta de defensa. A medida que la carga viral aumenta, y el conteo de linfocitos CD4 disminuye, se abren las puertas hacia un estado de inmunodeficiencia, lo que se conoce como la progresión a SIDA. 

 

¿Existe una diferencia entre el VIH y el SIDA? 

 

Se le conoce como SIDA al conjunto de síntomas y condiciones que aparecen tras las infección por VIH, secundario a un estado de inmunodeficiencia.

 

En los momentos iniciales de la infección por VIH, es posible que un individuo curse, durante cierto tiempo, de forma asintomática, no cumpliendo criterios para SIDA. Sin embargo, a medida que la carga viral incrementa y el conteo de CD4 disminuye, el cuerpo tiene una menor capacidad para hacer frente a todo tipo de agresiones, tanto infecciosas, como internas, ya sean tumorales o autoinmunitarias. 

 

Es por lo anterior que, al presentar cierto tipo de infecciones, por microorganismos específicos, o cierto tipo de cáncer, se cumplen unos criterios que catalogan al paciente con VIH-SIDA. 

 

La velocidad de progresión a SIDA dependerá de varios factores, tales como el estado de inmunidad previo del paciente, por lo que no será igual en un individuo joven, con un sistema inmune de mayor fortaleza, que en un anciano. Adicionalmente, será determinante la carga viral con la que inicia la enfermedad. 

 

¿Cuáles son las complicaciones de un estado de inmunodeficiencia?  

 

Como hemos mencionado anteriormente, el sistema inmunitario defiende al cuerpo, tanto de amenazas externas como internas. El VIH tiene el potencial de afectar cualquier tipo de órgano, por ende, a hacer que este falle y se vuelva más susceptible a presentar enfermedad pues no existe nada que dirija la respuesta de defensa. 

 

Un estado de inmunosupresión hace que un paciente se enferme con situaciones que no afectarían a un individuo con función plena de sus sistema inmunitario. A lo anterior se le conoce como: infecciones oportunistas. Usualmente, cuando el conteo de linfocitos CD4 desciende a 200, comienzan a manifestarse una serie de infecciones respiratorias, orofaríngeas, neurológicas, digestivas, dermatológicas, entre otras, con un alto potencial de mortalidad. Adicionalmente, existe un mayor riesgo de que surjan enfermedades oncológicas, como por ejemplo linfomas, y enfermedades inmunes o reumatológicas. El paciente VIH, debido al grado constante de inflamación, también aumenta su riesgo cardiovascular, por lo que, teniendo en cuenta todo lo anterior, su riesgo de mortalidad incrementa por causa multifactorial. 

 

La prevención del VIH es la clave para la contención de esta epidemia. 

 

Dentro de las actividades preventivas, uno de los pilares es el uso correcto de preservativo en todo tipo de prácticas sexuales. Adicionalmente, resulta importante informarse en temas de profilaxis postexposición, es decir, en la conducta precoz a seguir en caso de haber estado frente a un contacto de riesgo para evitar la transmisión, así como las indicaciones para el uso de profilaxis preexposición

 

Sabemos que, a pesar de los grandes avances en detección y tratamiento, aún no se puede determinar que la epidemia esté controlada, por lo que la prevención, que va de la mano con la información, es la clave si queremos abordar el problema en su totalidad.

 

Recordemos que una carga viral indetectable, evita la transmisión del virus. Es posible llevar a cabo una vida satisfactoria y plena si se llevan a cabo las medidas adecuadas para potenciar el sistema inmunológico, el conteo de CD4, y principalmente, si se desciende la carga viral, hasta volverla indetectable

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