PSORIASIS EN NIÑOS: UN DESAFÍO INMUNOLÓGICO

Birm - Birm
Compartir

La psoriasis es una enfermedad que afecta predominantemente a la piel, sin embargo, puede llegar a tener un impacto a nivel sistémico. Cuando hablamos de un impacto sistémico, queremos decir que puede afectar a todo nuestro cuerpo. La explicación de esto se debe a que la base fisiopatológica es inflamatoria (es decir, su mecanismo y desarrollo). La inflamación la hemos mencionado en varios de nuestros blogs pasados, y hemos llegado a entender cómo el sistema inmune es el que dirige las reacciones inflamatorias en nuestro cuerpo. Particularmente, esta enfermedad puede ser un reto en pacientes pediátricos debido a sus manifestaciones clínicas y a la necesidad de personalizar el proceso diagnóstico y terapéutico. 

 

Ahora bien, 

¿En qué consiste exactamente esta enfermedad? 

 

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel, de carácter crónico. Se conoce como la enfermedad “eritematodescamativa” por excelencia, que, en términos sencillos, nos habla de una enfermedad que causa placas, es decir, lesiones de más de 1cm, sobreelevadas (que se levantan de la piel), con una coloración rojiza (eritematosa) y que causa descamación (desprendimiento de piel). 

 

¿Por qué ocurre, y cómo es la presentación clínica? 

 

Cuando el sistema inmunológico no trabaja de la forma apropiada, ya sea disminuyendo o aumentando su actividad, ocurren las enfermedades. En este caso tenemos un sistema inmunológico hiperactivo que ataca por error las células sanas de nuestra piel

 

Esta respuesta inmune anormal, conlleva a que el cuerpo produzca nuevas células cutáneas (en abundancia), engrosando y aumentando todas las capas de nuestra piel. En un individuo sin psoriasis, las células nuevas surgen de las capas más profundas, y a medida que van madurando, se van haciendo más superficiales (hasta descamarse), un proceso que toma aproximadamente 28-30 días. En la psoriasis, debido a la gran cantidad de células nuevas, en lugar de la piel renovarse cada mes, las células se reemplazan cada 3-4 días

 

Debido a la rápida producción de células, el cuerpo no es capaz de deshacerse de estas tan fácilmente. Las células nuevas se acumulan en la superficie de la piel produciendo el aspecto característico de la psoriasis: placas gruesas, escamosas, de coloración roja o incluso nacaradas, blanquecinas o anaranjadas (por su considerable grosor). 

Recordemos que debajo de estas lesiones lo que hay es una actividad excesiva del sistema inmunológico que causa inflamación en la piel, contribuyendo a la apariencia enrojecida de las placas y pudiendo provocar picazón y dolor. Estas placas pueden aparecer en cualquier parte de cuerpo, sin embargo, lo más común es que afecte las “superficies extensoras”, es decir, los codos, las rodillas, o la zona lumbar. Este tipo de psoriasis es el más frecuente, denominado psoriasis en placas, sin embargo, según la localización, el aspecto y el modo de presentación, existen más tipos de psoriasis. Algunos ejemplos adicionales son: 

  • Psoriasis guttata o en gotas: Se manifiesta en forma de pequeñas manchas rojas que aparecen en tronco o raíz de las extremidades. Es más común en niños y jóvenes ya que suele ser desencadenada por infecciones bacterianas, principalmente tras una faringitis estreptocócica.
  • Psoriasis inversa: En lugar de aparecer en las “superficies extensoras”, aparece en las “superficies flexoras”, por ende, en pliegues, como las axilas, la ingle, alrededor de los genitales y las nalgas. Estas lesiones no suelen ser tan gruesas debido a la humedad de esas zonas. 
  • Psoriasis pustulosa: Generalmente la célula inmunitaria que se está sobre activando en la psoriasis es el linfocito, sin embargo, en este tipo de psoriasis, el neutrófilo juega un gran papel, causando la aparición de “pústulas”, es decir, pequeñas lesiones llenas de pus. 
  • Psoriasis eritrodérmica: Es una forma rara y grave que puede llegar a afectar más del 90% de la superficie corporal, causando un enrojecimiento intenso, picazón, dolor e hinchazón.

Aún no se sabe la causa exacta de la psoriasis, pero se sabe que hay factores genéticos y ambientales que influyen. Los niños con antecedentes familiares de psoriasis tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Adicionalmente, en aquellos con una predisposición genética, pueden existir factores desencadenantes, incluyendo: infecciones (ej. la faringitis estreptocócica), estrés, clima frío, ciertos medicamentos, que activen la enfermedad. 

Hablemos un poco de datos sociales y epidemiológicos que nos ayuden a entender la importancia de la enfermedad.

La psoriasis es una enfermedad relativamente común, con una prevalencia estimada hasta del 2% de la población mundial. Aunque puede afectar a personas de cualquier edad, la aparición en la infancia y adolescencia representa un desafío particular tanto para los pacientes como para sus familias. 

En los niños, la psoriasis puede ser especialmente impactante a nivel emocional y social. Los síntomas físicos, como la picazón y el dolor, pueden dificultar el sueño y la capacidad del niño para participar en actividades importantes, tanto físicas como educativas. Adicionalmente, la psoriasis en niños puede estar asociada con otras condiciones, como la artritis psoriásica, lo cual puede causar dolor y rigidez de las articulaciones. 

El diagnóstico de psoriasis en niños puede ser más difícil debido a la presentación variable de la enfermedad. Así mismo, los tratamientos deben ser cuidadosamente seleccionados para minimizar los efectos secundarios que puedan interferir con el sinnúmero de procesos que ocurren durante el desarrollo. 

¿Cómo se trata la psoriasis y qué otras estrategias se deben tener en cuenta? 

El arsenal terapéutico de la psoriasis es amplio y variado, desde tratamiento tópicos para los casos leves, consistentes en corticosteroides tópicos y análogos de la vitamina D, ambos compuestos con actividad antiinflamatoria, hasta medicamentos sistémicos (con acción generalizada) para los casos más severos. 

Dentro de los medicamentos sistémicos, encontramos el metotrexato, un fármaco antiguo y estudiado que reduce la hiperactivación del sistema inmune. La ciclosporina, un antiinflamatorio de uso cuidadoso en pacientes con enfermedad renal. Los análogos de la vitamina A que reducen la proliferación de las células cutáneas pero que deben ser usados con cautela debido a sus efectos hepáticos. 

Podemos ver que, dentro de las opciones terapéuticas, el mecanismo de acción sobre el sistema inmune resulta fundamental. De hecho, la psoriasis es la enfermedad en la que más medicamentos biológicos se están desarrollando, haciendo énfasis en la importancia que juega el sistema inmunológico en esta enfermedad.  

El riesgo de los medicamentos sistémicos suele recaer en el riesgo de inmunosupresión, por lo cual esta enfermedad debe ser llevada bajo supervisión y seguimiento cercano. En niños, puede ser de gran utilidad las estrategias como la fototerapia que reducen la inflamación cutánea y no tienen un efecto inmunosupresor. Sin embargo, es también valido el uso de medicamentos sistémicos que actúen sobre el sistema inmunológico, principalmente aquellos con efectos inmunomoduladores.  

Además de los efectos sobre el sistema inmune, es importante contar con estrategias que reduzcan la sintomatología asociada. El BIRM, además de su efecto inmunomodulador, cuenta con propiedades antiinflamatorias que permiten el control de la sintomatología derivada de la inflamación cutánea, como la hinchazón, el enrojecimiento, la picazón y el dolor. 

El tratamiento específico de la psoriasis variará según el tipo de paciente, la severidad de la enfermedad y la respuesta a las diferentes opciones. Resulta de gran importancia entender el impacto de la psoriasis en niños con el fin de personalizar adecuadamente el proceso diagnóstico y terapéutico. 

La psoriasis es una condición compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo, incluidos muchos niños. Comprender las características de esta enfermedad y su impacto en la vida de este grupo de pacientes es esencial para proporcionar un tratamiento efectivo, apoyo emocional, concientización de su entorno para reducir el estigma y fomentar un entorno comprensivo, que fortalezca su autoestima y desarrollo personal. Con todo esto es posible minimizar los impactos negativos y ayudar al niño a llevar una vida plena y saludable. 

Birm - Birm
Compartir