Factores de Riesgo para la Neumonía en Niños: Cómo Impactan en el Sistema Inmunológico

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La neumonía, una infección pulmonar que puede ser grave en los niños, es una preocupación para padres y cuidadores en todo el mundo. Además de los microorganismos infecciosos, varios factores pueden aumentar el riesgo de que un niño contraiga neumonía. En este blog, exploraremos estos factores y cómo pueden influir en el sistema inmunológico de los niños, así como su capacidad para combatir la enfermedad.

Las enfermedades respiratorias son una de las patologías más prevalentes en la infancia. Estas ocurren de forma periódica a nivel poblacional y, en ciertos niños, pueden presentarse con mayor frecuencia e intensidad. Una de las enfermedades más graves es la neumonía, una infección respiratoria baja que afecta el tejido pulmonar. Es crucial identificar los factores de riesgo que influyen en la recurrencia y gravedad de esta enfermedad, diferenciando los factores que no son modificables de aquellos sobre los que se puede actuar.

En términos generales, los factores de riesgo se dividen en ambientales, genéticos y relacionados con el estilo de vida. Entre los factores de riesgo ambientales, destaca la exposición de los niños al humo de tabaco/cigarrillo, cuya inhalación se asocia con

1.     Afección de la función mucociliar: el sistema respiratorio cuenta con un sistema de barrido compuesto por unas estructuras llamados “cilios”, una especie de prolongaciones en forma de “pelos” que aclaran moco y patógenos de las vías respiratorias. Al dañarse, aumenta la posibilidad de acumulo de microorganismos potencialmente infecciosos.

  1. Inflamación e irritación de las vías respiratorias debido a compuestos químicos.
  2. Alteración de la respuesta inmune, especialmente la función de macrófagos y linfocitos.
  3. Incremento de la producción de moco, creando un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias y virus.
  4. Disminución de la función pulmonar, dificultando la aclaración de infecciones leves que pueden volverse graves.
  5. Desarrollo pulmonar incompleto debido a la exposición prenatal, aumentando el riesgo respiratorio tras el nacimiento.
  6. Mayor severidad y duración de la sintomatología incrementando el riesgo de hospitalización.

Otros factores ambientales incluyen la polución, la mala circulación de aire, la ventilación inadecuada en hogares y escuelas, y el hacinamiento, que facilitan la propagación de microorganismos causantes de neumonía en niños.

Los factores genéticos también juegan un papel importante. En las neumonías complicadas a temprana edad, a menudo coexisten deficiencias inmunitarias o “inmunodeficiencias primarias”, condiciones genéticas que deterioran la función inmune. La fibrosis quística es otra causa importante de neumonía secundaria a una enfermedad genética. Existen también condiciones de predisposición genética, es decir, situaciones que aumentan la susceptibilidad de padecer condiciones respiratorias a lo largo de la vida (diferente a ser causantes de condiciones respiratorias). Entre estas últimas incluimos los antecedentes familiares de asma y alergias.

Los factores de riesgo en niños para contraer neumonía que se encuentran relacionados con el estilo de vida son múltiples y variados, por lo que procederemos a resaltar los más importantes. La nutrición adecuada se reconoce desde hace décadas como un pilar fundamental de un buen desarrollo inmunitario, principalmente a edades tempranas, pero ¿sabemos el por qué científico?

La malnutrición por deficiencia de micronutrientes implica:

  1. Debilidad en la integridad y superficie de las mucosas (déficit de vitamina A).
  2. Mal funcionamiento de los neutrófilos (déficit de vitamina C).
  3. Pobre regulación inmunitaria - riesgo de una hipo o hiperactivación inmune-  (déficit de vitamina D).
  4. Escasa producción y maduración de células inmunitarias (déficit de hierro y zinc).

Durante los primeros meses de vida, la lactancia materna es crucial, siendo la fuente primordial de nutrición y defensa. La ausencia de lactancia elimina la protección que proporciona la leche materna contra diversas infecciones y enfermedades a largo plazo. El amamantamiento produce una inmunidad pasiva debido a la transferencia de inmunoglobulinas (anticuerpos maternos), siendo la inmunoglobulina A fundamental para la protección infantil ya que neutraliza bacterias y virus evitando su adherencia a la mucosa de la vía respiratoria.

Adicionalmente, la lactancia materna promueve la maduración del sistema inmune infantil al tener sustancias conocidas como “citoquinas” y “factores de crecimiento”, conllevando a una respuesta inmune más robusta frente a infecciones como la neumonía. Existen proteínas en la leche materna, como la lactoferrina y la lisozima con propiedades antimicrobianas que también protegen frente a patógenos respiratorios.  Como beneficios adicionales, la leche materna tiene acciones antiinflamatorias, es fuente de prebióticos y reduce el riesgo de alergias y asma, condiciones que pueden exacerbar las infecciones respiratorias como la neumonía.

Como factores de riesgo adicionales, tenemos la prematuridad (usualmente asociada a un menor desarrollo pulmonar e inmune), las comorbilidades crónicas, tales como cardiopatías (enfermedades del corazón) o la fibrosis quística (que incrementan la susceptibilidad a infecciones respiratorias), y las variaciones estacionales, sobre las cuales no tenemos control.

Los anteriores factores de riesgo, así como las condiciones genéticas, son ejemplos de factores de riesgo no modificables que incrementan el riesgo de contracción de neumonía en infantes. Es por lo anterior, que el enfoque sobre los demás factores de riesgo, denominados modificables, deben ser las herramientas sobre las cuales debemos enfocar nuestros esfuerzos. Como complemento a la anterior acción, el BIRM Kids, es una herramienta de apoyo inmunológico tanto preventivo como terapéutico para condiciones respiratorias como la neumonía.

Hacer frente a los factores de riesgo modificables de la neumonía infantil resulta crucial para reducir significativamente la incidencia y la gravedad de esta enfermedad, mejorar la función inmunitaria general y favorecer un crecimiento y un desarrollo sanos. El enfoque sobre las medidas modificables, así como la incorporación de otras herramientas útiles sobre la salud inmunológica, mejoran las condiciones de vida, ahorran costes sanitarios, mejoran la asistencia y el rendimiento escolar, y dotan a los cuidadores de conocimientos que los hacen partícipes de la salud de sus hijos. Este enfoque fomenta beneficios sanitarios a largo plazo, rompiendo el ciclo de la enfermedad y contribuyendo a una infancia más sana.

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